De lejos revivo el pasado, esclavo del tiempo relativo, que aireado golpea a la distancia ahora constante abrigándola a imponerse, levantarse del ataúd en la que había sido previamente sepultada en el exilio del día a día, que haciéndose llamar rutina, nunca fue conocido por mi cuerpo de esa manera tan aburrida.
En la lejanía revivo la caricia, esas caricias dulces, alocadas y tranquilas, esas que llevabas dentro
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