lunes, 16 de junio de 2008

Los nudos de una sonrisa.


El tiempo como patrón de resistencia, como patrón de su breve duración, descubre sus garras que marcando las pautas se muestra imponente, esas garras que amenazando un corazón paciente y enamorado, lo incitan a asustarse, hasta que después de correr se estanca en la garganta. El segundo me observa de cerca, me analiza y entiende que ha creado los nudos de una sonrisa que se aferra al beso y le teme a la soledad.

Tanta perfección que carece de todos los gramos de la agria mentira, que entre tanta dulzura consigue la lengua su entorno predilecto, y cuestionando la veracidad del tiempo, la distancia y el espacio, la lágrima del ojo asustado tiembla y responde, la vuelve cierto, casi palpable.

Así como ciego en laberinto, que entre tantas paredes, la desesperación despierta junto a la intriga, que después de haberse besado, simplemente gritan impacientes con los ojos bien cerrados, sin analizar que abriéndolos, quizá vean la luz de la multitud de puntos negros.

Que ahora el pensamiento le reza al tiempo, por haber entendido la dimensión del futuro, que antes de haber terminado de pronunciar sus seis vocales, todo se ha transformado en pasado, a veces incluso antes de haberlo pensado.

Llora un cuerpo malagradecido y egoísta, llora un cuerpo posesivo y dependiente, solloza aquel campesino que vive en campos de tranquilidad que pronto se convertirán en terrenos baldíos.

Lloro por quererla cada vez mas y mas cerca, lloro por ser ella un suplemento y no un complemento, sollozo por haber entendido que mi sonrisa de nudos no puede romper con las dimensiones espaciales.

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